Opinión

¿Se debe justificar la corrupción?

Una semana atrás, la periodista K, Julia Mengolini decía que: “La corrupción no quita lo bueno del proyecto político”. Sus dichos instalaron la polémica e inmediatamente salieron los críticos y los partidarios a defender o condenar la desafortunada frase de Mengolini. Pero sus palabras plantearon un tema clave en la política argentina. ¿Se debe justificar la corrupción?

En sus doce años de poder el kirchnerismo logró diseñar, difundir y en muchos casos instalar bastante convincentemente un relato de luchas nacionales contra agresores extranjeros, contra desleales y traidores internos, contra poderosos intereses antipatrióticos que pretendían aniquilar el país y quitarnos a los argentinos lo que es nuestro, lo que merecemos, lo que durante muchos años nos fue negado.

Por supuesto, que en este relato fabuloso, los próceres desinteresados de cualquier ambición que no fuera la grandeza de la patria, la dignidad y la prosperidad de los argentinos y la resurrección gloriosa de la Nación no eran otros que los mismos autores de esa narración fantástica. Ni más ni menos que la propaganda y el auto ensalzamiento de todo lo que no eran. Es más, para mayor patetismo y ruindad de ese relato, no solo resultaron no ser aquello de lo que se ufanaban, sino todo lo opuesto y agravado.

Increíblemente, ese relato aún es consumido y asimilado por muchos como la verdad de lo que ocurrió todos estos años. Aun cuando lo que se sospechaba fue confirmado con filmaciones, testimonios, florecimientos patrimoniales milagrosos de antaño y quiebras fulminantes fraudulentas actuales.

Los negociados, desfalcos, lavados de dinero, cuentas en paraísos fiscales, dibujos patrimoniales, sobreprecios y todo aquello que durante años denunciamos como delitos gravísimos que estaban cometiendo los “comandantes” del amor y sus cómplices con “fueros” de amigos, y que sistemáticamente negaran desde el poder argumentando que eran operaciones golpistas de los sicarios de la tinta, hoy están plenamente comprobados y más.

Cuando algunos personajes que estuvieron en las entrañas mismas de la maquinaria de corrupción, arrepentidos, defraudados o vaya uno a saber motivados por qué salieron a revelar el lado oscuro del relato, el resto de los corruptos salieron a repetir al unísono que esas declaraciones estaban guionadas y tenían por fin desprestigiar al gobierno de los Kirchner e instalar sospechas de corrupción.

Pero ahora aparecieron filmaciones que corroboran todo aquel “guión”. ¿Cómo se explica esto?, ¿los corruptos nombrados en aquellas declaraciones tomaron el guión y lo interpretaron fielmente para las cámaras, la sociedad toda y la justicia?.

Abandonaron el gobierno destruyendo o llevándose mucha documentación pública que probaba sus andanzas, pero sus fechorías fueron tantas y tales, que no pudieron borrar todo rastro. Así, los pocos cabos sueltos que dejaron en su huida son tan poderosos, que alcanzan y bastan para darnos una idea de la extraordinaria magnitud de sus robos, sus engaños y su cinismo.

Día a día se van conociendo las obras que no fueron; los pobres que siguen siéndolo; los reales índices que golpean a nuestro país; las nauseabundas trastiendas de cada plan implementado y de cada subsidio otorgado; las incalculables fortunas estatales, fruto de sobrefacturaciones, que “emigraron” a Panamá, Belice, Suiza y otros países sumamente “discretos” a la hora de “dar asilo” a millones de dólares.

Como no podía ser de otra manera, ni esperarse otra reacción, los pocos talibanes K que aun se niegan a lo manifiesto y evidente, denuncian que todo lo que está ocurriendo es una brutal persecución. ¡y claro que es una brutal persecución. Y exigimos que sea más brutal todavía!. ¿O es que acaso pensaban irse a sus casas sin rendir cuentas, sin ser investigados, sin que nadie preguntara nada, sin que nadie se diera cuenta, sin que nadie chistara ni los denunciara?. ¿Creían qué el 10 de diciembre de 2015 se terminaba cualquier responsabilidad que tuvieran, lo que pasó pasó?. ¿Pensaban qué, una vez más, los laburantes y los decentes íbamos a cargar el muerto de ellos callados, resignados y asumiendo que la política siempre fue así, y así debe seguir?.

No señores. Si lo que está llevando a cabo el gobierno nacional actual es una persecución, un gigantesco e inédito arqueo, un desenmascare de la delictiva farsa kirchnerista, o un intento por purificar la administración del dinero del Estado poco me importa. Lo que me importa es que los ciudadanos, que siempre estuvimos al margen, estamos conociendo cómo se roba, cómo se estafa, cómo se blanquean fortunas, cómo se desvían fondos, cómo se disfrazan gastos y cómo se enriquecen ilícitamente. Y además, estamos conociendo a quienes lo hicieron, las mortales consecuencias de sus robos, y por qué jamás avanzamos ni crecimos como país.

Por último: Acabo de escuchar a Roberto Navarro decir que el allanamiento al canal de tv C5N, propiedad del multifacético y polirrubro empresario Cristóbal López, ampliamente “beneficiado” por los Kirchner con dinero de TODOS los argentinos, es una operación del macrismo para acallarlo a él, y silenciar la única voz crítica e independiente que queda en el aire. Realmente lo de Navarro es demencial, desquiciado y propio de un mitómano.

Cristóbal López, el dueño de C5N, debe al Estado nacional $ 8,000 millones del impuesto a la transferencia de los combustibles (ITC), otros 250 millones de pesos del cobro de peajes como concesionario de autopistas, otros 520 millones de pesos en multas, más una monstruosa deuda previsional por Inversora M&S, la constructora CPC, Oil MS, Alcalis de la Patagonia, Paraná Metal, Olivares del Sol, Promet, La Salamandra, Ideas del Sur, Telepiu (C5N), Votionis (Radio 10 y Mega), DH Com (Pop), y Soluciones Logísticas (CN23). Pero para Roberto Navarro, los allanamientos nada tienen que ver con esta monumental deuda fruto de la estafa, sino a una vil operación del gobierno nacional para censurarlo a él y sacar del aire su programa. Menos mal que no existe el impuesto al ego, porque Navarro estaría en la categoría contribuyentes siderales.

Se cumple así lo que sostengo: sin platita no hay relato, por más esfuerzos y buena voluntad que algunos le pongan para mantenerlo con vida.

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