Opinión

Ya no habrá saludo de «codito» entre Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta

El próximo 20 de septiembre culmina la etapa actual del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Esta semana, Alberto Fernández deberá acordar con Horacio Rodríguez Larreta (y Axel Kicillof), que medidas sanitarias y restrictivas se llevarán adelante en el AMBA, que sigue siendo el epicentro de la pandemia en el país.

Sin embargo, esta cumbre entre los máximos referentes del oficialismo y de la oposición no será igual ya que están en medio de un clima de tensión por la quita de la coparticipación a la Ciudad. ¿Ya no habrá saludo de codito en la Quinta de Olivos para pulir detalles entre el presidente y el jefe de gobierno? Lo más seguro es que no. La buena relación, seguramente forzada por la pandemia, que tenían ambos mandatarios se cortó en el momento que Alberto Fernández, para solucionar un problema puntual en la Provincia de Buenos Aires, decidió sacarle recursos a la Ciudad de Buenos Aires.

Aunque esta medida fue una crónica de una muerte anunciada, ya que en enero de este año Alberto Fernández le había anunciado a Horacio Rodríguez Larreta que iba a haber una quita en la coparticipación de al menos de un uno por cierto, la noticia cayó muy mal en el gobierno porteño. Mientras el jefe de la Ciudad afirma que nunca más se volvió a hablar del tema, y justifica su enojo en ese punto, para el Gobierno nacional solo le faltaba definir el monto y en que momento se haría. Y se hizo en el momento más caliente de la pandemia y con un fuerte reclamo salarial por parte de la policía bonaerense.

Por estas horas, el mandatario de la Ciudad de Buenos Aires está definiendo que estrategia sanitaria continuar. Si romper relaciones con el binomio Kicillof-Fernández y armar un plan de lucha contra la pandemia en solitario o seguir acompañando. Funcionarios de la Ciudad, aseguran haber estabilizado la curva de contagios y de ocupación de camas y trasladan, por lo bajo o en silencio, el problema a territorio de Kicillof.

Pero la montaña rusa del coronavirus es letal, un día estás abajo y al otro arriba. Romper relaciones y que la estrategia porteña salga mal seguramente tendrá consecuencias electorales en las elecciones de 2021. Esta es una partida de poker donde solo queda una mano. Larreta tiene que elegir hacer un «all in» y y arriesgarse a perder o llevarse todas las fichas o retirarse y quedarse con lo que tiene en la mano.

Gobernadores, en la mira

Pero en esta pelea también se sumaron los gobernadores. Diecinueve jefe de estados provinciales salieron a respaldar estoicamente la decisión de Alberto Fernández, hasta publicaron solicitadas en los diarios locales. Sin embargo, lo hacían con la intención de recibir aunque sea una parte de esa gigantesca torta, que todo indica serán más de 30 mil millones de pesos, que por ahora cada centavo irá a la Provincia de Buenos Aires.

Se escucharon en muchos despachos de los gobernadores del interior, ciertas palabras de enojo que fueron acalladas por los generosos aportes que está haciendo el Gobierno nacional en algunas provincias para combatir el avance de la pandemia. Sin embargo, cuando la crisis sanitaria termine, este será un tema o tal vez un foco de conflicto que la gestión de Alberto Fernández deberá atender. Por ahora, la billetera y el látigo está disciplinando a los gobernadores.

A esto también se le suma que la crisis por el Covid que empieza a extenderse por todo el país. La curva de casos de coronavirus va en asenso y ya hay focos de tensión en distintas provincias del país como Río Negro, Neuquén, Salta o Tucumán, donde las políticas sanitarias tardaron en ponerse en marcha y hubo en algunas localidades una importante inacción por parte de sus mandatarios.

En el resto del país se nota la crisis sanitaria con mucha mayor contundencia donde los hospitales públicos comienzan a colapsar. La falta de inversión durante los años anteriores muestra su peor cara en provincias pobres como Salta o Jujuy donde la ocupación de camas y terapias intensivas el alta.

Mauricio Macri, y su vuelta

Cristina Kirchener ha decidido poner todo el aparato del Estado para presionar (o por lo menos incomodar) al expresidente de la Nación, Mauricio Macri. La vicepresidenta está motorizando todo el poder que detenta para presionar a la Justicia para que actúe en contra del exmandatario.

Cristina entiende, y lo ha repetido innumerables veces, que ella y su familia sufrieron «una cruel persecución» judicial durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri. Ante estos ataques, el presidente decide hacer manifestaciones cada vez más seguidas sobre como se ha violado la institucionalizad en el país con la excusa de la pandemia y como el Gobierno nacional violenta la Constitución.

Ante este escenario de disputa de poder y de venganza. ¿Qué esperaban que Macri no haga nada? ¿Qué esperaban que Crisitna no intente vengarse?

Mientras el expresidente de la Nación busca incomodar a Alberto Fernández para minar su imagen y su gestión, para que ese amplio margen del electorado «indeciso» que no lo eligió por considerarse perjudicado por la política económica que llevó adelante el macrismo considere que es peor la falta de institucionalidad, la vicepresidenta del país busca que Macri comience a desfilar los los juzgados de Comodoro Py, tal como hizo ella.

La política argentina nunca ha sido amable y por ahora, nunca lo será. A los argentinos les gusta la grieta y los políticos se sienten cómo en ese lugar, porque sino tendrían que gobernar para todos y hacer políticas de Estado que incluya un proyecto de país a 100 años y no a la próxima elección.

Y la economía, ¿para cuando?

Hoy Falabella anunció quiere irse de Argentina y busca sumarse a las cientos empresas que han cerrado en el país, dejando a miles de personas sin trabajo. Producto de la pandemia y la cuarentena el país se hunde en una de las peores crisis económicas que tuve precedente.

Mientras tanto, el Gobierno de la Nación sigue implementando viejas recetas para viejos problemas. Esta gestión puso en marcha nuevamente el Ahora 12 y Precios Cuidados con el fin de reactivar el consumo interno. Sin dudas, lo va a lograr, va a calmar al argentino deseoso de poner al rojo vivo su tarjeta de crédito y poder comprar en cuotas.

Sin embargo, esas políticas de consumo por ahora no resuelven el grave problema que esta gestión tiene que atender con importante urgencia. La falta de dólares en el Banco Central y la poca generación de la divisa norteamericana que tienen las empresas nacionales, que es un problema que por ahora ninguna administración logró solucionar. Seamos sinceros, al país le cuesta conseguir dólares que no vengan del campo. Esa es la verdad, la industria nacional por ahora está lejos de generan tantas divisas como requiere el sistema.

Hoy el país tiene un viento de cola para mantener las reservas y es que la sangría del turismo se frenó por completo a causa de la pandemia. Que los argentinos salgan a vacacionar al exterior le costaba al país más de 10 mil millones de dólares. Pero esa suerte no será para siempre. Hay un sector que pide a gritos ser reactivado y que tarde o temprano tendrá que volver a funcionar. Un país que tampoco tenga conectividad puede crecer. Que los aviones estén en el aire no son solo un gasto o un lujo para algunos, también aportan al progreso y al desarrollo de un país.

Hoy la Argentina tiene que resolver rápidamente ese problema, si resuelve la ecuación de como fortalecer el Banco Central y que la industrial las turbulencias como la devaluación, la inflación y hasta la falta de consumo interno estarán ausentes por mucho tiempo.

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