Opinión

Argentina necesita que sus candidatos realicen campañas electorales positivas

Análisis político realizado por el consultor y director de Data 360, Martín Rodríguez.

Arrancó la campaña electoral y desde el domingo pueden verse en radio y televisión los spots de los partidos políticos que competirán en las PASO del 11 agosto. En las publicidades electorales ya se pueden advertir los lineamientos de campaña de los distintos precandidatos. 

Los primeros sondeos de las encuestas muestran que será una elección que tendrá una gran polarización entre el Gobierno y el kirchnerismo. Dentro de ese escenario, intentarán colarse como un tercer espacio distintos candidatos que por ahora parece que no van a aparecer en la foto. 

Todas las campañas electorales son diferentes y casi siempre están directamente influenciadas por el escenario que se vive. Hoy, la polarización entre el oficialismo y la oposición viene dominando no solo la agenda política, sino también el mensaje que intentan enviar los partidos. 

Esa división se nota en las estrategias electorales, donde su contenido se caracteriza por ser negativo. En los cimientos de las campañas, su principal objetivo consiste en desprestigiar al partido o candidato rival, buscando desmovilizar a su electorado, y no proyectar ninguna propuesta electoral. Se utilizarán todos los medios a su alcance para tratar de difundir la imagen más negativa del rival político. 

Las redes sociales funcionan como auténtica gasolina cuando se trata de viralizar vídeos y “memes” en los que la imagen del rival queda dañada, ya sean de producción propia o aprovechando los errores ajenos.

Por ahora, ninguno de los candidatos ha aprovechado los beneficios que tiene la utilización de las campañas positivas, que tienen un plus: se centran en las propuestas de los candidatos y el proyecto que representa.

Tienen como objetivo consolidar la imagen del candidato y captar votos de los indecisos, convenciéndoles de que tal candidato o partido representa la mejor opción. Por eso, las campañas positivas son claramente mayoría respecto a las negativas, sin embargo, estas no solamente existen, sino que, en determinados casos, funcionan.

Un ejemplo de campaña electoral positiva y lo efectiva que es, podríamos destacar la campaña presidencial de Barack Obama en 2008. El candidato demócrata, ya desde las primarias en las que se enfrentó con Hillary Clinton, se caracterizó por el fair play, hablando en positivo, aunque distanciándose de sus rivales. En cada mitin que hacía por las ciudades de Estados Unidos hizo propuestas concretas, repitiendo siempre las mismas ideas, el mismo mensaje.

Habló de la necesidad de cerrar la cárcel de Guantánamo; de crear un programa nacional universal de seguridad social al estilo europeo; de sentarse a hablar con los grandes lobbies de las aseguradoras y de los fabricantes de medicamentos; de mejorar la educación, especialmente la primaria, a través de dignificar el trabajo de los profesores y de mejorar sus condiciones laborales; de una mayor integración racial. Todos sus discursos fueron inclusivos y en ellos siempre hacía guiños a las minorías. Como campaña propositiva, difícilmente encontraremos un ejemplo mejor. 

De los candidatos que se presentan en estas PASO, no sabemos concretamente que van hacer. No sabemos que va pasar con temas que realmente necesitan una rápida respuesta. ¿Qué va a pasar con la educación? ¿con el sistema de salud que está colapsado? ¿qué medidas se van a tomar con la inmigración? ¿qué va a pasar con los jubilados? ¿qué medidas se van a tomar para mejorar su cobertura social? ¿qué va a pasar con los pagos al FMI que hay que hacer el año que viene? ¿Cómo se va a encarar este proceso de acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea?

Son solo algunas preguntas que, por ahora, parecen no tener respuesta, por conveniencia electoral o por impericia de los candidatos para encontrar una solución.

Por ahora, los candidatos se centraron en la propuesta económica. Plantean superar está crisis económica o evitar el desastre de la anterior administración. Sin embargo, tampoco nadie profundiza como superar esos dos escenarios. ¿Qué medidas hay que tomar en la macro y micro economía para encauzar el barco? Por el momento, solo palabrerías, que solo alimentan a una porción del electorado fanatizada por alguno de los partidos mayoritarios. 

Ni hablar de las campañas de los candidatos locales que aspiran a cargos nacionales, como alguna senaduría o diputación. Son apéndices de las campañas presidenciales, en cuanto a la estrategia, dejando de lado los problemas que puedan tener sus representados. Desconocen las agendas locales, pero lo que más preocupa es que tampoco les interesa conocerla. La idea, es sumarse a los vagones de los candidatos a presidente y pechar todos.

Estas elecciones estarán manchadas por las fake news, la falta de propuestas y una polarización que terminará lastimando al electorado, que lamentablemente su elección será por descarte, para evitar que llegue tal o cual candidato, sin exigirles que atiendan cuestiones que son primordiales. Algún día llegará el momento en que los votantes aprenderán a exigir y espero que ese momento sea ahora.

Para poder llevar una campaña positiva, hay que conocer los temas que son capaces de movilizar a la opinión pública y al electorado, saber valorar las preocupaciones de la ciudadanía (desempleo, economía, educación, corrupción sanidad, etc) para establecer respuestas a esas demandas. 

Es un trabajo arduo y costoso, y sin lugar a dudas representa un riesgo que muchos candidatos no están dispuestos a correr. Conocer muy bien al electorado no es ensillo y sin dudas es muy costoso. Por ahora, llevar propuestas creativas que den un respiro a la situación de este país, no están apareciendo en estas elecciones.

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