por Ernesto Losada
Aylan ha muerto solo en una playa de Turquía. Nunca supo qué hacía allí, por qué sus padres lo llevaban así, ni por qué todo se oscureció de repente. El mundo sí lo sabe.
Seguramente hasta en sus últimos chapoteos desesperados creyó que todo era un juego y que papá y mamá ya se unirían a ese juego en el agua.
Pero nadie vino, y la noche se cerró silenciosa sobre él.
El mar tuvo la sutileza y el macabro arte de devolver a la superficie su cuerpecito inerte y acomodarlo en la playa, dejándonos una postal maldita que punza el corazón y maldice a la humanidad hasta la eternidad.
Esa postal infame, esa imagen perversa, nos avergüenza, nos abofetea, nos increpa, nos culpa y nos condena. Es por eso que, en la cobardía de intentar mitigar la culpa por lo que no hicimos, cargaremos las responsabilidades en el otro. Marcharemos culpando a Al Assad, al ISIS, a los EE.UU, a los sunnitas, a los chiitas, a los kurdos, al capitalismo, al imperialismo, y hasta a sus padres y su imprudencia.
Nos lamentaremos que por la maldad de los otros ocurran éstas cosas que tanto duelen. Haremos homenajes, escribiremos notas, besaremos a nuestros hijos, crearemos fundaciones de ayuda, donaremos ropa y alimentos, dejaremos flores y juguetes en esa playa y leeremos acerca de lo que pasa en Siria.
Nos emocionaremos, compartiremos y daremos millones de me gusta a los cientos de dibujos representando a Aylan con alas, a Aylan en una cuna, a Aylan sonriendo sobre las olas, a Aylan….!!!Vivo!!!.
Y así nos engañaremos creyéndonos muy humanos, sensibles y comprometidos. Nos creeremos buenos y que el mundo de hoy en adelante será mejor, porque este dolor no puede ser en vano.
La indignación y la pena se irán desvaneciendo con los días; Siria volverá a ser un lugar lejano y del que poco y nada nos interesará saber. El mar se llevará las flores y los juguetes; los malos seguirán siendo malos, y los “buenos” quedaremos a la espera de que aparezca una nueva imagen, una nueva postal de esas con las que, de vez en cuando, nos sopapea la vida y que nos permiten desempolvar el corazón y la piedad por unos días.
Mañana, pasado, la semana que viene, vendrán otras noticias que irán quitándonos la atención, y saltearemos los artículos y notas que hablen de guerra, muerte, codicia y miseria, y diremos que el mundo sigue igual.
Pero, ¿saben una cosa?, el mundo no sigue igual, porque Aylan ha muerto en una playa de Turquía. Solo.