Política

Mentiras, verdades y el relato en problemas

por Martín Rodríguez

Prendo un cigarrillo, Marlboro Box como siempre, y me siento enfrente de la computadora.  La luz me da en la cara así que decido apagarla. Me quedo quieto un segundo, le hago una seca gigante a ese gran compañero cancerígeno y me dispongo a leer la mayor cantidad de diarios posibles. En este último tiempo gobierna una realidad anómala en Argentina, es difícil predecir cuál será el futuro del país. Hay un sentimiento de incertidumbre en todos los argentinos que asusta y los vuelve impredecibles. Creo que es la única manera de actuar ante el miedo, ¿no? Cada día me cuesta más entender el contexto argentino es por eso mi necesidad de dedicarle un buen tiempo a las noticias.

Sin querer o por intuición llegué a esta nota de Perfil.com publicada el 05/05/13: “El escándalo del Lázarogate devora 10 puntos de imagen positiva de CFK” (ver nota). Y me pregunto, 1) ¿Por qué una investigación realizada por un periodista hace que la imagen positiva de un presidente descienda? 2) ¿En un año electoral el gobierno debería preocuparse por esa situación o ignorarla?

Las respuestas para esas dos preguntas son: 1) pasa porque Lanata es el periodista más creíble en la actualidad y 2) el gobierno debería ignorarla como lo viene haciendo hasta hora, aunque tendría que  seguir de cerca el tema. Para que baje totalmente la popularidad de Cristina Kirchner tiene que pasar un desequilibrio económico importante, como todo indica que va a suceder, ya que el bolsillo es lo único que les importa a los argentinos. Esta situación se debe a que los argentinos históricamente tienen gran tolerancia para los hechos de corrupción producidos en el gobierno, nunca ha sido un tema prioritario. Debe ser por eso que desde hace muchos años los temas que más les preocupan son: la inseguridad, el desempleo y la inflación. Piensan con el bolsillo antes que con la razón, lo cual está bien, hasta cierto punto.

Lanata se ha convertido en el periodista más influyente del país, todos lo ven y todos hablan de él. Pero me pregunto ¿por qué? Será porque falta un líder en la oposición y el vacío político que sienten los argentinos opositores al gobierno lo catapultaron inmediatamente como el referente a seguir. Sin lugar a dudas, Lanata se hace cargo de esa posición que le determinaron y le gusta. Pero el problema va más allá de Lanata, hoy la oposición se divide entre Binner, Carrió, Lavagna, Macri, Alfonsín y algún otro, pero ninguno con capacidad suficiente como para hacerle sombra a la presidenta. No podemos estar peor.

En este último mes es el periodista que ha marcado la agenda de casi todos los programas de actualidad y curiosamente los de chimentos también. El gordo, el abanderado de Canal 13, se puso en el centro de la escena y es tenido en cuenta por ambos bandos, reverenciado por los opositores y criticado por los oficialistas. Lanata es la vedette del momento, su ciclo, Periodismo Para Todos, en lo que va del 2013 ha promediado 20 puntos de rating, y el programa sobre Lázaro Baez (relacionado con negocios fraudulentos asociados a sobrefacturación de obras públicas y lavado de dinero) alcanzó picos de 31 puntos de rating. Algo inédito para un programa periodístico.

El “fenómeno Lanata” definitivamente ha tocado la imagen de la Presidenta, y la ha tocado de cerca. Según el artículo publicado por Perfil.com el último sondeo realizado por la consultora Ipsos-Mora y Araujo, la Presidenta perdió casi 10 puntos porcentuales de imagen positiva desde que Jorge Lanata puso al aire las denuncias de corrupción contra el empresario Lázaro Baez, íntimamente ligado a la familia Kirchner.

La medición que se inició en abril antes del escándalo Cristina seguía manteniendo su imagen positiva, que era del 57% y con una imagen negativa del 40%. Pero las denuncias que realizó Lanata en PPT marcaron un antes y un después. Desde entonces la imagen de la presidenta bajo y alcanzó el 48%, con tendencia a seguir descendiendo, lo que también provocó que la imagen negativa subiera al 49%. Traducido a criollo, Lanata está generando cierta desconfianza en los argentinos sobre la presidenta que hace que piensen negativamente de ella, aunque sea por un momento y no llegue a generar una amenaza seria para el gobierno.

Lo mismo pasó en el 2010 cuando antes del 27 de octubre, día en el que falleció el ex presidente Néstor Kirchner, la imagen positiva de Cristina Kirchner tuvo en claro declive y fue a parar a un desdichado 36%. Al mes siguiente, y con la muerte de Néstor Kirchener presente, la presidenta supo aprovechar el momento y esa cifra trepó al 55 por ciento. La única diferencia con el 2010 es que ahora le va a resultar más difícil encontrar un hecho del que se pueda agarrar para volver a catapultar su imagen.

Otro dato interesante que reveló la encuesta es que los argentinos volvieron a preocuparse por la corrupción. Antes del programa de Lanata la corrupción concernía sólo al 4% de la opinión pública que pensaba que no era un tema alarmante, pero «post Lanata» ese índice subió al 14%. Otra cuestión que debería preocupar al gobierno es que el 73% tiene una visión negativa sobre cómo están manejando la economía. La cuestión del dólar blue, que ya pasó la barrera de los diez pesos, la economía paralizada  y el congelamiento de precios son temas que preocupan a los argentinos y están dándole un fuerte dolor de cabeza al gobierno.

En un año de elecciones primarias el gobierno debería encargarse de esos temas. Todavía es prematuro adelantar si esta medición impactará en el resultado de la votación o sólo es un llamado de atención. Todos sabemos cómo somos los argentinos en el cuarto oscuro, en ese momento nuestra cabeza funciona muy distinto a como funcionaba minutos antes de entrar. Pero si algo es seguro que estos sondeos no le dan mucho margen al kirchnerismo para seguir tomando decisiones desacertadas y equivocadas.

En una Argentina cada vez más divida y polarizada evidencia que la figura presidencial ha sufrido un desgaste y esto tiene sus consecuencias en el electorado. El gobierno de Cristina Kirchner quedo envuelto en un escenario de suma fragilidad. No sólo ha perdido el control de la calle sino que a raíz de LazaroGate, el oficialismo reveló fisuras en su propio terreno. Lanata, o gordo golpista como prefieren llamarlo desde el gobierno, ha hecho lo que ningún partido opositor pudo hacer antes, crear un manto de sospecha sobre la familia Kirchner.

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