por Gonzalo Rodríguez
¿Qué quieres que te diga, hijo?. Tengo miedo de darte un consejo. Si te digo que te comprometas con el país sé que lo vas a hacer, pero… Si te pones una pechera y ayudas a los desgraciados, te van a decir que estás militando por los votos. Si marchas indignado por que desconocen tus derechos, te van a gritar gorila. Si te opones a la reforma de la justicia, te van a motear de golpista. Si te manifiestas a favor de la reforma, te van a acusar de favorecer la impunidad de los corruptos y de facilitar el sometimiento de la justicia. Si aplaudes alguna medida del gobierno, seguro que te untaron o cobras algún plan social. Si te disgustan las políticas oficiales, te van a mandar a candidatearte, ganar elecciones, y recién opinar. Si posteas en Clarín, te banca Magnetto. Si posteas en Página 12, tienes algún “negocio” con los K. Si vas a algún acto del gobierno, te llevaron por el chori. Si vas a una reunión de la oposición, es para tramar el derrocamiento del gobierno. Si ves a Lanata o Nelson Castro, estás con la Corpo. Si ves a Víctor Hugo o “6,7,8”, te lavaron el bocho. Si criticas lo que dice Hebe de Bonafini, te gusta la dictadura militar. Si apruebas lo que dice, apoyas la dictadura K. Así están las cosas, hijo. Con los años se fueron delimitando dos veredas de colores bien distintos, y nosotros solos nos fuimos ubicando fanáticamente en alguna de ambas. Y desde nuestras posiciones, que ya son trincheras de resistencia, bombardeamos a los otros con los agravios más hirientes y viles que podamos concebir. Y ellos, por supuesto, responden con “lo mejor” que tienen. ¿Pero sabes una cosa?. La verdad no se concentra en un solo lugar, ni en una sola persona, ni en un solo grupo, ni en una sola idea. Cada una de las veredas tiene un trozo de la verdad, lo que es inútil, por que la verdad a medias no sirve para nada; la verdad a medias es lo mismo que el error. Y quien se alegra por poseer la mitad de la verdad, está condenado a padecer la mitad del error. Es pretender hacer avanzar un carro con la mitad de la rueda; es tener el sedal y no el anzuelo; es tener la camisa y no el pantalón. Y cuando defiendes a matar o morir tu media verdad para tratar de imponerla, estás defendiendo, subsidiariamente, tu mitad de error, y corres riesgo de triunfar e imponer a los demás tu mitad de error. Por eso, la única salida es que ambas mitades de verdad se unan para que aparezca La verdad total. Pero nos hemos destruido tanto, pero tanto, que pareciera que ya optamos por morir aferrados a nuestro pedacito de verdad antes que tener la grandeza de cederlo para que se conforme de una vez el todo verdadero.
– Por eso, vení, sentate al lado mío, disfrutemos un buen vino, como padre e hijo, y sigamos así, “cómodamente adormecidos”.
-El vino caro es medio oligarca, papá. Mejor tomemos una birra. ¿O acaso sos de la “opo” vos?.
-¡!!!Cagamos, habló el joven revolucionario!!!. ¡!Tomátelas de acá, Monto de mierda. Ya vas a volver cuando necesites guita!!.