Elecciones USA

El muro de Donald Trump

Pasó otro martes con elecciones en Estados Unidos. El partido Republicano y sus competidores, ya solo dos Cruz y Kasich, siguen sin poder detener a Donald Trump, que sigue imparable. La semana anterior todavía fue más potente la performance electoral del candidato que lidera la primaria republicana. Cuanto más estados hay en competencia, mejor le va a Trump.

Sacando el estado de Missouri, donde la pelea fue excesivamente divida entre Trump y Cruz pero también entre Sanders y Clinton, el tercer súper martes (y no el segundo como muchos medios argentinos difundieron, el primero y más importante fue el 1ro de Marzo, el segundo el 8 del mismo mes) ratifica el rumbo de Trump como líder republicano camino a la RNC (Republican National Convention) que comienza el 18 de julio en Cleveland, la ciudad más importante de Ohio.

En este tercer súper martes de la primaria republicana y demócrata, Donald Trump ganó el Estado con más delegados (99) Florida. Tanto es así que hasta el New York Times que comienza a mostrarle los dientes, como parte de la preocupación del establishment demócrata, a Donald Trump se remitió a los hechos y tituló: Trump Knocks Out Rubio pero más importante ganó el Estado que simbólicamente desean ganar todos los candidatos republicanos camino a la nominación de la convención nacional: Florida.

Tanto es así que el propio equipo de campaña del magnate inmobiliario nacido en Nueva York en 1946 cortó un video del niño mimado, hasta el súper martes pasado, del establishment republicano, Marco Rubio en donde este afirmaba que estaba profundamente convencido en su corazón que el ganador de la interna en Florida iba a ser el próximo nominado del partido. Sobre ese video en la cuenta de Donald Trump se puso: Thank you Marco, I agree (Gracias Marco, estoy de acuerdo)

En unas declaraciones, inesperadamente oportunistas, el presidente de los Estados Unidos Obama habló de un inédito clima de violencia política en los Estados Unidos. Además de todo, desafortunadamente el presidente no dijo exactamente la verdad. Entre otras cosas su administración pasó por el movimiento del “Occupy Wall Street” que tuvo escenas similares a las que se vieron unos años atrás en Francia con los inmigrantes de tercera generación prendiendo fuego autos. Escenas de violencia política se vivieron por ejemplo en la propia ciudad de New York, donde este grupo anti-Wall Street se manifestó masivamente y en muchos caso con violencia. Para no hablar de las manifestaciones ocurridas en Ferguson, Missouiri, donde un policía asesinó a Michel Brown, un adolescente negro. Todos hechos de creciente violencia, no adjudicables a la campaña electoral.

En ese contexto las declaraciones del presidente Obama son al menos hipócritas y además la virulencia que ha adquirido la campaña demócrata no es menor, el senador Sanders ha señalado al candidato republicano como un mentiroso patológico y sus críticas hacia su competidora del partido demócrata no son menores tampoco. Al mismo tiempo que el candidato socialista sugieren corrupción hacia ella y a un sistema que la beneficia.

Parte, ya no tan colorida, de la campaña es que los actos (rallies) de Donald Trump comenzaron a tener hace unas semanas protestas. Gente que se infiltra en los actos de Donald Trump y en el medio de su discurso irrumpen con fotos pidiéndole que se calle, o intentando generar disturbios.

Debido a que en Estados Unidos los votantes deben registrarse se supo que uno de los manifestantes que tomó el escenario en un acto de Trump era un votante de Sanders, quien por supuesto negó que fuera algo organizado por su campaña. Pero también el senador agregó, peligrosamente, la gente tiene derecho a protestar.

El manejo de estos episodios, por supuesto que viniendo de Trump han sido y son polémicos y en muchos casos reprobables, pero es justo decir que es el único candidato que una y otra vez tiene manifestantes que interrumpen sus actos y en muchas ocasiones. El magnate bromea y pide a la policía que los eche, haciendo uso del derecho de admisión más la primera enmienda de la constitución norteamericana que resguarda el derecho a la libre expresión, y luego pregunta a su público ¿no la estamos pasando bien? Muchas veces también comenzó a repetir “I love protesters” (me encantan los manifestantes). Lo que el presidente Obama no puede decir es que este es un clima generado por Trump o solo por el partido repúblicano. Hay decenas de videos en youtube y otras fuentes que se pueden buscar videos de protestas en muchos de sus discursos. Pero para muestra basta un botón, en donde a falta de uno, y no es un acto de campaña, el presidente Obama enfrentó tres interrumpciones de distintos sectores, y fue en “su” ciudad, Chicago; tanto es así que el propio Obama dijo con sarcasmo y visiblemente molesto, me encanta estar de vuelta en Chicago, porque todo el mundo tiene algo para decir.

A medida que Trump fue creciendo en la escena republicana y por tanto en la escena mundial, llegó la precarizada traducción argentina, tan habitual sobre muchos temas de política internacional. El desconocimiento como principio ordenador y la respuesta moralizadora sobre un fenómeno político que necesita de explicaciones de otro calibre, se volvieron una vez más la moneda corriente. Se elige valorar e indignarse que intentar comprender y analizar el fenómeno.

Así la interpretación local del fenómeno Donald Trump atraviesa todo el arco “ideológico” del periodismo y de distintos formadores de opinión. Que van desde los Longobardis hasta los Gil Vidal. En algunos casos es más grave porque uno puede esperar mayor grado de desconocimiento de periodistas más dedicados a la conducción de programas o los que se dedican directamente a otros temas como la economía. Algunos maliciosos apuntan que si los analistas económicos erran normalmente sobre la economía, no puede esperarse algo mejor cuando se expresan sobre la política y encima la internacional.

Los modales del multimillonario neoyorquino están fuera de discusión. Muchas veces parecen impropios para un candidato presidencial. Sin embargo son parte de su atractivo y como se puede apreciar, mal no le va.

Donald Trump ejercita la libertad de ejercer cierto grado de desparpajo e incorrección política porque desea representar exactamente eso. No es su rol, ni su ganancia, mostrarse como un político profesional, porque no es eso lo que lo trae a la política ni lo que lo hará triunfar en ella. Cualquiera no que interprete que su campaña está orientada a atraer votos de todos aquellos que están cansados del modelo típico de político profesional de Washington sencillamente no están comprendiendo por qué Donald Trump ya se llevó puesto a 9 pre candidatos republicanos y que al menos dos de ellos ya públicamente lo apoyan a él como es el caso del gobernador de New Jersey Chris Christie y más recientemente el neurocirujano Dr. Ben Carson.

En ese contexto, Trump genera lo que todo candidato quiere: Que todo el mundo hable de él.

Los debates demócratas, se la pasan hablando de Trump. Y no solo eso, Clinton y Sanders usualmente ya discuten la agenda de Trump, como son los tratados de comercio internacional, inmigración ilegal, creación de empleo, seguridad nacional.

Los republicanos más puros no pueden concebir que el establishment haya fracasado en imponer en la primaria el candidato más competitivo. Para la tradición democrática norteamericana, en donde la alternancia es un valor, las posibilidades son inmejorables para el partido Republicano desde esa concepción, puesto que Estados Unidos está al final de 8 años de gobierno demócrata y la pulsión al cambio, después de dos términos consecutivos de los demócratas naturalmente crece.

Al mismo tiempo, los problemas de la administración Obama son de relieve y resonantes por estos días. Por ejemplo su desacierto para enfrentar el llamado Estado Islámico es tan evidente que solo se pueden pensar en ciudades, en muchos casos como Estambul, París o recientemente Bruselas, capitales del mundo para contar los muertos que deja la facción islámica frente a la impotencia de la coalición que lidera Estados Unidos. La estrategia de la administración Obama no ha hecho más que fracasar y lleva años prometiendo algo que no puede cumplir: derrotar ISIS.

Es verdad, que fue durante la administración Obama que se ejecutó la operación que terminó con Osama Ben Laden, sin embargo como la propia administración ha reconocido fue el trabajo de 7 años de la inteligencia americana y eso es fundamentalmente lo que explica por qué el propio presidente Obama llamó al ex presidente George W. Bush para compartir una medalla que en verdad correspondía más a la administración anterior que a la del ex senador por el Estado de Illinois. De hecho la película Zero Dark Thirty y no es la única, cuenta como cuando cambia la administración “la cacería” del líder de Al Qaeda casi es sepultada por los políticos demócratas que llegaron a la Casa Blanca.

Los problemas de ISIS y una situación económica que, según la propia administración, es el tema número uno para los votantes contribuye más al clima de cambio, y el cambio es en este caso republicano.

El caso del terrorismo islámico es muy serio para Estados Unidos, sobre todo después del 11 de Septiembre de 2001.

La creciente expresión de cambio que se refleja en las encuestas y parte de la desaprobación de Hillary, que fue secretaria del Departamento de Estado del primer mandato de Obama, está directamente relacionado con la frustración que tienen los americanos, cuando no miedo, porque la administración Obama sigue repitiendo, como lo hizo de nuevo en la Casa Rosada esta semana, que derrotará a ISIS mientras este sigue atacando atacando ciudades y evidenciando desconcierto de la administración Obama. La facción ISIL-ISIS ya llegó los Estados Unidos, en el ataque en San Bernardino, California –cuyo caso despertó otro dolor de cabeza para la administración Obama, se abrió la polémica sobre si Apple debe liberar o no un teléfono de los terroristas que solicita el FBI-. Es decir, el jefe del gobierno norteamericano ha repetido infinidad de veces que derrotará al Estado Islámico, pero lo cierto es que cada vez que lo tiene que reiterar por otro atentado sus palabras suenan menos verosímiles para el votante y ciudadano promedio.

Al partido demócrata, Trump le origina problemas, porque los conoce y fundamentalmente describe en un sentido diferente que el resto de los republicanos. Empezando porque durante mucho tiempo los financió en sus campañas y porque por ejemplo, la actual candidata demócrata, no solo cobra charlas para Wall Street, como su propio competidor Bernie Sanders denuncia, sino que cobraba hasta hace poco para ir a eventos, como por ejemplo el casamiento de Donald Trump.

La desigualdad en las campañas entre Sanders y Clinton son abismales, y sin embargo la ex Secretaria de Departamento Estado sigue teniendo niveles de desaprobación y desconfianza muy elevados.

Mientras los republicanos piensan que Trump en verdad es un moderado y hará una presidencia mucho más demócrata que republicana y ven, en él, el fantasma de Mike Bloomberg quien se presentó a elecciones para ser alcalde de New York por el partido republicano y después dejó el partido. Al mismo tiempo el rechazo al financiamiento de los lobistas de Wall Street, entre otros, genera desconfianza por parte del establishment republicano, que perciben a Trump como alguien incontrolable. Por eso lo acusan fuertemente de no ser un conservador verdadero, un conservador en serio. La respuesta de Donald Trump durante toda la primaria y antes también ha sido la misma “I’m a common sense conservative” y eso se ve en su posición sobre Cuba. En el último debate, Trump dijo que 50 años de bloqueo a Cuba fueron suficientes y que Estados Unidos debe recomponer las relaciones con Cuba. Todavía más, esta última semana en conversación con Wolf de la CNN dijo que posiblemente construya un hotel en Cuba. Sería bueno que el periodismo argentino vea en detalle algunas de las declaraciones de campaña y en debates del candidato que gana por mucho la interna republicana, no para que les guste, sino para que la opinión esté al menos construida por datos correctos.

El partido republicano no estaría de acuerdo con los formadores de opinión argentinos que ven en Trump una suerte de proteccionista y un líder populachero o populista. De hecho Marco Rubio, cuando todavía estaba en campaña, un republicano puro, acusó a Trump de ser un blando y de tener mejores relaciones con los “liberals” que con los conservadores. Los que apoyan a Hillary Clinton en la Argentina y creen que Trump está en las antinomias, deberían buscar mejor la información, porque ni el propio Trump ha negado su vinculación y buena relación con independientes, liberales y demócratas. Y todo el partido republicano ha acusado al millonario de ser un infiltrado demócrata en la interna republicana. Entre otras cosas, por su reprobación a la administración Bush, a la guerra en Irak y en Afganistán, donde Trump sostiene se gastó un montón de dinero y que Bush minitió sobre las armas de destrucción como fundamento de la guerra. La guerra fue una catástrofe, dijo Trump. Y como se ve en esta entrevista con el famoso presentador de CNN Wolf Biltzer, es una posición de 2007. Es interesante ver un Trump preocupado por la consecuencia de haber mentido para ir a la guerra y por la cantidad de muertes y heridos ocasionados por ella. Insisto, consejo de oro: información mata prejuicio.

Naturalmente, tanto Hillary Clinton como el senador Bernie Sanders describen a Trump como un hombre implacable y que partirá el mundo en dos. Es el argumento más eficiente que aparece a mano para intentar vencer a Trump en las generales. Y hay que conceder que la incorrección política y la “espontaneidad” con la que Trump habla posibilita que este pensamiento se expanda. Pero esto no quita que su uso sea puesto al servicio de mejorar las posibilidades del partido demócrata por permanecer 4 años más en la Casa Blanca.

Por el contrario el partido republicano, como ya dijimos, lo ve como un hombre poco confiable y con capacidad transformadora del propio partido por el cual el compite ahora en la interna. Cruz sería algo así como la reencarnación mussoliniana al lado de Trump. Un ultra evangélico que quiere desaparecer el Estado y que piensa que este solo debe ser un gendarme que expulse inmigrantes ilegales para que nunca más puedan ingresar nunca más a Estados Unidos. Otra diferencia con Trump, que no deja de repetir que quiere inmigrantes, pero que estos ingresen legalmente. Solo el delirio argentino puede ponerle motes ideológicos a que un candidato pida el imperio de la ley, que no es otra cosa que lo que supone el mismísimo estado de derecho. En el caso de Trump esto además es verosímil. Como fue acusado en sendos debates, por ejemplo por Marco Rubio, él mismo ha contratado miles de trabajadores extranjeros y su actual esposa y madre de su último hijo, Melania, es eslovena.

El último caballito de batalla que más molesta, sobre todo a la prensa argentina, es el muro que Trump dice construirá. Seamos honestos, es más que nada un discurso de campaña. De hecho, una reciente polémica en el seno del partido republicano se originó porque trascendió que en off the record, Trump le reconoció a un periodista del New York Times que no habrá muro. Pero sin embargo no es esto un patrimonio de Trump, la candidata demócrata Hillary Clinton admitió estar comprometidamente en contra de la inmigración ilegal, a favor de su expulsión y reconoció haber votado en el congreso la construcción de un muro en la frontera con México. La pregunta incómoda y políticamente incorrecta que debemos hacernos no es sobre si el muro está bien o está mal, sino cual es el clima que se vive en Estados Unidos y su frontera con el Estado fallido mexicano que su frontera con este país se convierte en un tema tanto de demócratas como de republicanos.

Los pronósticos de que la llegada de Trump prevee un cierre de la economía norteamericana sería poner en cuestión la propia cultura anglosajona y va a contrapelo con el imperio cosmopolita que construyó el propio Donald Trump que tiene negocios en Medio Oriente, Europa y Asia. En palabras del propio millonario, “I’m a free trader” (Estoy a favor del libre comercio) pero lo que también dice el candidato republicano es: tenemos que mejorar nuestros acuerdos de comercio internacional porque en todos tenemos déficit comercial. Podrá gustar más o menos y veremos en caso de que este llegue a la Casa Blanca cuánto puede modificar de lo existente, seguramente mucho menos de lo que promete, pero ambas afirmaciones son correctas. Estar en contra de la libertad de mercado y comercio y conducir una compañía como la de Trump son hechos técnicamente antagónicos, y el déficit comercial que Trump describe que tiene USA con México, Japón, India y China, es simplemente otro dato de la realidad.

Mientras el martes último Trump dio un paso más en su carrera a la nominación republicana y la Casa Blanca ganando 58 delegados más en Arizona que lo dejaron con 739, delegados de los 1237 que necesita para obtener la nominación, un reputado analista decía en el canal América que el presidente en Estados Unidos tiene mucho poder y ponía como ejemplo las executive orders, el equivalente a los DNU en Argentina, que ciertamente son el ejemplo que explican lo contrario. Las decisiones ejecutivas que viene tomando el presidente Obama en los últimos meses están siendo cuestionadas por su propio partido, algo impensable en la cultura política e institucional argentina. Y en segundo término como bien lo describió este 23 de marzo en Argentina el presidente de Estados Unidos, la democracia americana tiene contrapesos institucionales muy poderosos que ciertamente rectifican esa idea de que el presidente en USA puede hacer lo que quiera. Obama lo sabe bien, porque en 2013 su gobierno fue cerrado por el Congreso algo que no sucedía desde 1996. Ese violento “shut down” fue parte del balance de poder existente en Estados Unidos en donde el congreso tras fallidas negociaciones sobre el presupuesto enviado por la Casa Blanca al Congreso derivó en el cierre de la administración federal.

Esto no es menor, porque termina de despejar algunos temores sobre la eventual administración Trump. Las instituciones estadounidenses protegerán a Estados Unidos y sus interlocutores de cualquier eventual desvarío.

Por su parte el golpe de ISIS y la ratificación del desconcierto de la administración Obama para controlar este conflicto con Medio Oriente, recuerdan a la presidente Cristina Kirchner apretando el acelerador y aportando un granito de arena, o bastante más que eso, para que Scioli pierda las presidenciales en 2015. Quién sabe, tal vez el presidente Barack Obama no pueda evitar, ya, producir un efecto similar sobre la, otrora derrotada, Hillary Rodham Clinton.

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