por Martín Rodríguez
Desde los 10 años que lo sé. Quizás a esa edad no tenía la certeza de que se trataba pero dentro mío había un fuego que me guiaba. Quizás esa llama fue iniciada por la admiración que tuve por mi padre o porque es algo que siempre lleve en la sangre. Nunca fue mi sueño ser futbolista, ni siquiera deportista. Tal vez a esa falta de entusiasmo hacia el deporte le debo mi estado físico actual. Una sola palabra lo define: patético. Tampoco quise ser artista, ni músico, ni siquiera conocido. Lo único que quería hacer es preguntar y ser bueno haciéndolo. Sólo quería ser un periodista destacado y respetado.
Tan importantes son los periodistas que si no fuera por ellos no nos hubiéramos enterado del escándalo IBM-Banco Nación, durante la presidencia de Méndez, que fue denunciado por Santiago Pinetta por coimas en la firma del contrato del Plan Centenario entre el banco y la multinacional. De no haber sido por el periodismo nunca hubiéramos conocido la historia que denunció María Fernanda Villosio sobre «el arrepentido» Pontaquarto y las coimas en el Senado durante la presidencia de Fernando de la Rúa con el objetivo de aprobar la ley de Reforma Laboral . Tampoco nos habríamos enterado de la famosa «bolsa» de Felisa Miceli durante la presidencia de Néstor Kirchner, en una investigación llevada a cabo por Jorge Lanata. Y así, existen miles de investigaciones como estas. Todos los días nacen historias que nos conmueven, nos enorgullecen, nos enojan y nos hacen pensar.
El periodismo eleva la calidad institucional de nuestro país y fortalece el sistema democrático. Sin su labor diaria la corrupción, los avasallamientos, la perversión y la podredumbre que sale del gobierno y las multinacionales estarían a la orden del día.
En la actualidad es muy difícil ser periodista. Se reciben presiones de todos lados; de los jefes, del medio, de políticos, de los poderosos. Todos piensan que tienen la autoridad suficiente para intervenir en nuestro trabajo, es lamentable, pero es así. Y hasta cierto punto lo aceptamos. Si trabajas para Clarín no hables mal de Magnetto, si trabajas en la TV Pública no hables mal de Cristina. Es desolador pero así funcionan hoy las cosas en Argentina.
Una vez Gabriel García Márquez dijo: “El periodismo es el mejor oficio del mundo”. Y tenía razón. Tengo el mejor trabajo del mundo. Pero también esa satisfacción se la debo a elotropais.net. Sin ese espacio que mantenemos entre Gonzalo Rodríguez y Francisco Galíndez tal felicidad sería imposible.