por Martín Rodríguez
Hace unos días que estoy metidísimo con las elecciones en Venezuela y me pregunto, ¿Hasta cuándo seguirá o cuál será el alcance que tendrá el milagro de Chavéz? ¿Le servirá a Maduro para poder ganar las elecciones del 14 de abril? ¿Le bastará para seguir manteniendo la poca estabilidad política de esta Venezuela polarizada?
Como todos sabemos el domingo Venezuela va a vivir una jornada electoral histórica. Estas serán las primeras elecciones desde 1999 sin que participe Hugo Chávez. El pueblo venezolano por primera vez en 14 años va tener que elegir un presidente distinto a Chávez. Esta vez los contendientes por ahora no tendrán mucho cambios para ofrecer a Venezuela, no porque sus ideas políticas sean malas sino porque la figura del difunto es muy fuerte todavía, lo que tarde o temprano, sino logran posicionarse rápidamente, va a generar una crisis institucional. Maduro no es Chávez, y Capriles tampoco lo es.
Si gana Maduro (el elegido de Chávez) gracias a su poca capacidad de liderazgo va a tener que mantener a rajatabla las políticas que venía teniendo Chávez. Maduro, que de cada 10 palabras que dice 5 hacen referencia al comandante, está aprovechando al máximo la figura del expresidente, hasta llego a decir que lo veía en un pajarito que le silbaba (?). Ésta es la única forma que posee para tener aspiraciones serias para ganar la presidencia. Sin la bendición de Chávez, Maduro no tendría nada que hacer acá. El chavismo sin Chávez
El exdirigente sindical del sistema de transporte de Caracas, Nicolás Maduro, fue contundente en su discurso, llamo a sus seguidores a “consolidar la revolución”, esa que empezó con Chávez. El actual presidente encargado quiere ser el conductor de la próxima revolución bolivariana.
En Venezuela ven a Maduro como a un campechano, sin aristas. Pero sin duda alguna fue uno de los más incondicionales colaboradores de Chávez que estuvo en las buenas y en las malas durante los últimos 20 años, además tiene la fama de ser un buen negociador con capacidad para escuchar a los demás. Eso quizás le dio la posibilidad que tiene ahora, pero todo eso ¿Le alcanzará para poder manejar una Venezuela polarizada pos Chávez?
Si gana Capriles la tiene igual o más complicada que Maduro. Con un discurso más tranquilo que en las elecciones pasadas y apartado de los extremismos, tratará de ganar el descontento de una parte del electorado tras 14 años de chavismo. Si quiere mantener la delicada paz en la que se encuentra Venezuela, los cambios que proponga van a tener que llegar de a poco. Capriles se ha mostrado como una alternativa para las clases sociales con mayor poder adquisitivo y para aquellos que se han divorciado de Chávez. Gracias a su personalidad pudo lograr una estructura firme que le dio un 44% en las últimas elecciones de octubre del año pasado.
Capriles está confiado en su victoria, y señalo que ese día será el de la “reconciliación” de los venezolanos. Con sus 40 años, Capriles fue gobernador de Miranda uno de los estados más poblados de Venezuela. Su propuesta partidaria es clara, quiere reemplazar el socialismo que viene proponiendo el chavismo desde hace 14 años por un modelo de izquierda parecido al de Brasil. Este candidato opositor se siente cómodo en la posición centro-izquierda, plantea el camino del progreso y, al igual que Maduro, propone aplacar el crimen, detener la inflación, asegurar el abastecimiento de alimentos y a mantener las populares «misiones» sociales que implementaba chavismo en educación, salud y vivienda.
Capriles es un niño rico, pertenece a la clase alta caraqueña y durante toda su campaña acuso a Maduro de mentir y utilizar el dolor de los venezolanos tras la pérdida de su líder para conseguir ventaja política. Hay que aclarar que las aspiraciones que tiene Capriles son gracias a que Chávez no está de contendiente. Tiene chances porque al frente lo tiene a Maduro. Pero ¿podrá vencer al fantasma de Chávez?
EL LEGADO CHAVISTA
En los últimos diez años, el chavismo ha aumentado el gasto social en un 60%, que equivalen a unos 772.000 millones de dólares. El resultado de esta política paternalista Venezuela es hoy el país de la región con el nivel más bajo de desigualdad (según el Coeficiente de Gini), reduciendo la desigualdad en un 54%, la pobreza en un 44% y la pobreza extrema a su nivel más bajo, un 7,3% en el 2010. Cerca de 20 millones de personas se han beneficiado de los programas contra la pobreza, las llamadas “Misiones”. Además entre las victorias económicas de este modelo tenemos que apuntar que en los últimos diez años redujo el desempleo del 11,3% a un 7,7%.
El otro pilar fundamental en la política chavista esta la educación que le ha asignado más del 6% del PIB. Según la UNESCO Venezuela está libre de analfabetismo, desde la guardería hasta la universidad, la educación es gratuita. El país es el segundo de América Latina y el quinto del mundo en tener proporcionalmente más estudiantes universitarios.
Otra pata fundamental en el esquema de Chávez es que quería que su pueblo no se muera de hambre. Es por eso que cinco millones de venezolanos reciben comida gratis, de los cuales cuatro millones son niños y niñas que son alimentados en las escuelas y además funcionan 6.000 comedores que alimentan a más de 900.000 personas.
Ahora entiendo porque Chávez es tan popular y amando entre las clases más desfavorecidas. Les dio algo que nunca nadie antes les había dado. Les devolvió su dignidad. Tanto quieren a Chávez los venezolanos que en los actos de campaña que realizaba Maduro cantaban “Chávez vive, la lucha sigue”. El pueblo bolivariano no se puede olvidar de comandante, era un líder que despejaba internas, manejaba a la economía, controlaba a la oposición y alimentaba a su pueblo.
Pero todo este gasto social ha generado serios problemas en otros sectores. Es un país que por su poco desarrollo industrial tiene que importar casi todo. El desabastecimiento que está sufriendo en éste momento -es un país que trae del exterior casi todos sus alimentos-, sumado a eso una inflación estimada en el 30% anual, la violencia y los continuos cortes de luz, son asuntos que se han hecho cada vez más preocupantes desde de la partida de Hugo Chávez, el 5 de marzo.
Hay que reconocer que este nuevo tipo de izquierda latinoamericana ha conseguido importante beneficios para las clases sociales más desfavorecidas. Esas clases que los gobiernos neoliberales de la década del noventa se encargaron de fusilarlas. Pero estos gobiernos revolucionarios, para poder lograr sus objetivos, han tenido que implementar una política del miedo para crear una distracción frente a los problemas estructurales. Estos gobiernos se han visto ensuciados desde sus inicios por casos gravísimos de corrupción, y sin embargo, al igual que en los 90, han quedado impunes.
La historia nos enseño que aquellos que tienen un elevado gasto social y no logran desarrollar la clase media terminan mal. El dinero y la bonanza en algún momento se acaban. Y eso es algo que se le puede criticar a Chávez, haber resistido estos 14 años gracias al petróleo, a que Venezuela es la “Arabia Saudita latinoamericana, y no haber desarrollado su país. La falta de inversión tarde o temprano termina obstaculizando al sistema económico de un país.
Tras la muerte del líder bolivariano, el país se encuentra ante un escenario político distinto, difícil, delicado y complicado. Nicolás Maduro o Henrique Capriles, uno de los dos se convertirá en el nuevo presidente, y en el centro de la contienda se encuentran el desabastecimiento, la inflación, el dólar y el vacio de los venezolanos por la muerte de su líder. El que pueda solucionar o por lo menos maniobrar las tres primeras sin dudas va a tener expectativas de un gobierno tranquilo.
El encuestador y analista Luis Vicente León observó este escenario y cuál sería el huella que tendría Venezuela de ganar uno u otro candidato. Asegura que el “impacto político negativo de una crisis económica post electoral es superior para Maduro que para Capriles”, porque el opositor “tendría un culpable anterior”.