Política

Urtubey frente a una infame embestida mediática

El sector del cristinismo que sobrevivió a la gran derrota de diciembre asumió una característica belicosa. Casi hizo una declaración de guerra al partido justicialista por haber decidido prescindir de los servicios y el liderazgo de su jefa, la ex presidenta Cristina Fernández. Molestó mucho a las filas kirchneristas que el peronismo se encamine hacia una reestructuración y renovación sin siquiera interesarse en incluirlos como sector político adherente, o como la pata kirchnerista. Nada.

Casi la totalidad de la dirigencia peronista, muy cercanos al kirchnerismo, ya tuvo expresiones de “despegue” de la ex presidenta: “Los ex presidentes no pueden volver a la política activa”, Miguel Pichetto. “Cristina es el pasado, no lidera nada”, Eduardo Duhalde. “A mi Cristina no me conduce más”, Alejandro Granados. “A mí no me conduce Cristina Fernández”, José Luis Gioja. “La etapa de Cristina se cerró en diciembre”, Verónica Magario. Por citar a tan solo un puñado.

Esta expulsión tácita de la ex presidenta de las filas justicialistas despertó, en los que aun le guardan lealtad, la más típica y característica de sus reacciones: intentar aniquilar al “enemigo” y dinamitar sus estructuras.

Por el otro lado, el peronismo prosigue su camino de construcción y renacimiento, con debates, reuniones, discusiones, acercamiento de posiciones, propuestas de unidad y proyectos electorales que apuntan a superar el estado de desorientación y shock que produjeron la pérdida de la presidencia y de la gobernación de Buenos Aires, entre otros importantes bastiones justicialistas.

Como resultado de estas deliberaciones entre dirigentes viene surgiendo con fuerza creciente el nombre del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, como la persona que podría ser el referente nacional que convoque a los compañeros dispersos y alejados, y ser punta de lanza del partido justicialista en elecciones por venir.

Determinados claramente ambos bandos, la ex presidenta Cristina Fernández le habría bajado el pulgar al gobernador Urtubey un año antes de las elecciones presidenciales de 2015 cuando el salteño decidió criticar las políticas públicas llevadas adelante por el gobierno kirchnerista para disminuir la pobreza. Durante esa época Urtubey fue casi apartado de todos los actos políticos. Sin embargo, el gobernador salteño fue el único que se animó a enfrentar a Cristina siendo presidente.

Afuera de la conducción política, Cristina ordenó sobre Urtubey una infame y carroñera embestida mediática, la que se comenzó a materializar en información falseada, notas tergiversando hechos, críticas exageradas por nimiedades, y hasta “investigaciones” que se inmiscuyen en su vida privada como su divorcio o su reciente boda.

Uno de los primeros que llevó adelante esta embestida, como un sicario a sueldo, fue Roberto Navarro cuando catalogó a Juan Manuel Urtubey como el candidato de Héctor Magnetto, el 31 de enero de 2016 en su programa “Economía política”. Así, ordenado por Cristina Fernández de Kirchner, el periodista militante comenzó una campaña de descrédito hacia el Gobernador quién le dedicó varios programas al salteño.

Toda esta andanada de furia por despecho político, que muchos ex kirchneristas atribuyen a Cristina Fernández (conociéndola por haberla tratado y frecuentado en el poder), se concreta a través de una red de pequeños sitios y páginas de noticias, que muchas veces logran el rebote y la difusión de la “noticia” en canales de tv por cable y radio emisoras con franca empatía con la ex mandataria.

Decíamos que el objetivo de esta arremetida difamadora es el gobernador Juan Manuel Urtubey. No es caprichosa ni azarosa la elección del “blanco”, ya que Urtubey es hoy el político que más consenso genera dentro del partido justicialista y un efectivo conciliador entre los diferentes sectores, grupos y bloques existentes en el peronismo, con lo que derribándolo a él se obstruye en gran medida la marcha del justicialismo hacia la recomposición. Con estos datos, el cristinismo se revela a sí mismo como que es quien busca aniquilar al “enemigo” y dinamitar sus estructuras.

El último ataque por parte del kirchnerismo provino desde Infonews, un portal noticioso que anteriormente formaba parte del Grupo Veintitrés (Sergio Szpolski y Matías Garfunkel) y hoy se convirtió en una cooperativa.

La repulsiva ofensiva contra el salteño consistió en hacer circular una foto del gobernador Urtubey junto a joven con síndrome de down mostrando la constancia de emisión de voto, e “informando” que el mandatario había “usado” a ese joven con capacidades diferentes para demostrar la “facilidad” del voto electrónico. Pero lo que no contaron esos medios, es que el joven en cuestión es estudiante de la universidad Fasta y fue uno de los varios alumnos que accedió voluntariamente a probar el sistema de voto electrónico luego de una charla desarrollada en la sede de la institución en Mar del Plata. Es decir, donde la mayoría vimos a un ciudadano emitiendo su voto, algunos solo vieron a un joven con síndrome de down, a un discapacitado. Les faltó resaltar que el muchacho que votó antes era morocho, de piel trigueña.

El mismo gobernador salteño se refirió al hecho y lo calificó como una barbaridad. “Solamente entra en la cabeza de gente que tiene la discriminación como una forma de ver. Me invitaron a dar una charla en una universidad y un alumno de esa institución que es down, al igual que muchos alumnos, quisieron hacer la prueba. Yo no voy a discriminar a nadie. La verdad que me pareció una bajeza total”, comentó el mandatario salteño.

Está suficientemente probado que estas operaciones no tienen efecto perjudicial sobre los “operados”. Más bien delatan los miedos y envidias de unos, y el crecimiento y la buena marcha de otros, con lo que estas maniobras tan solo revelan dónde están parados cada uno de los protagonistas.

La política muchas veces exige a sus protagonistas batallar enardecidos, con chicanas, pases de facturas, algunos insultos y hasta algo de barro. Pero está visto que hay algunos que decidieron hacer política desde la bosta.

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