por Álvaro Díaz
“Usted critica por criticar, señor periodista. Yo le puedo asegurar que todos los funcionarios de este gobierno, del primero al último, son ejemplos que las generaciones venideras querrán imitar y se esforzarán por seguir sus pasos. Es decir: querrán cobrar esos semejantes sueldos; vivir en esas tremendas mansiones y departamentos; tener esas increíbles fortunas; viajar por el mundo con viáticos pagados por los trabajadores, y jamás ser juzgados ni condenados”.
“Este es un gobierno que ha logrado la unidad de enemigos acérrimos que en cualquier lugar del mundo sería impensado que se los pueda ver juntos. Un gobierno que ha logrado la convivencia armónica, la coexistencia pacifica de rivales históricamente enfrentados desde su concepción misma. Por ejemplo: la corrupción y la impunidad, el Estado y los negocios personales, ser millonario y nacional y popular. Y no quiero seguir enumerando logros, señor periodista, por que va a salir a decir que soy un fanático de este gobierno”.
“Y con respecto a mi fortuna, mis cuentas personales, mis bienes y mis ingresos, no tengo absolutamente nada para ocultar, omitir o “dibujar”, señor periodista, ya que para eso está mi contador, quien cobra muy bien por hacer esas cosas, a parte de ser el mejor”.
“El titular mismo del organismo nacional encargado de controlar mi área ministerial cotejó todos las facturas, licitaciones, pagos, certificados de obras, subsidios y demás erogaciones, y no halló ninguna irregularidad ni dato sospechoso que pueda hacer siquiera presumir que incurrí en corrupción o malversación de fondos. Y mire que cuando mi hijo investiga lo hace minuciosamente y a fondo, señor periodista, eh”.
