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“La infelicidad es buen negocio para muchos”

EL PERFILSergio Sinay nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1947. Vivió toda su infancia y adolescencia en La Banda, Santiago del Estero. Hincha ferviente de River y amante de la escritura, Sergio se divide entre esas dos pasiones. Por ese amor que tiene a la palabra y por su carrera frustrada como futbolista de River, Sergio se convirtió en periodista a los 18 años, aunque su producción más intensa en los últimos años está en la literatura, actividad, dice, que lo hace extremadamente feliz". Formado en psicología gesta I tica, psicología transpersonal y autoasistencia psicológica, le fascinan los vínculos humanos y es por eso que ha dedicado parte de su vida a estudiarlos. Autor de más de veinte libros, algunas de sus obras son: Elogio de la responsabilidad, La sociedad que no quiere crecer, Conectados al vacío, y la Sociedad de los hijos huérfanos, entre otros.
EL PERFIL
Sergio Sinay nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1947. Vivió toda su infancia y adolescencia en La Banda, Santiago del Estero. Hincha ferviente de River y amante de la escritura, Sergio se divide entre esas dos pasiones. Por ese amor que tiene a la palabra y por su carrera frustrada como futbolista de River, Sergio se convirtió en periodista a los 18 años, aunque su producción más intensa en los últimos años está en la literatura, actividad, dice, que lo hace extremadamente feliz». Formado en psicología gestáltica, psicología transpersonal y autoasistencia psicológica, le fascinan los vínculos humanos y es por eso que ha dedicado parte de su vida a estudiarlos. Autor de más de veinte libros, algunas de sus obras son: Elogio de la responsabilidad, La sociedad que no quiere crecer, Conectados al vacío, y la Sociedad de los hijos huérfanos, entre otros.

por Martín Rodríguez

Entrevista a Sergio Sinay//

¿Cómo construimos, vivimos y transmitimos los valores a partir de los vínculos con otros? ¿Cómo reflejamos y nos representan nuestras acciones cotidianas? Es bueno, en el ajetreo diario, hacer un paréntesis para reflexionar sobre nosotros mismos que, como seres vinculados con nuestros pares, nos guiamos por valores en todos los planos existenciales. Cuando esos valores entran en crisis, pagamos costos en lo social y en lo personal. Sobre éstos y otros temas giró la charla participativa que brindó hace unos días el destacado escritor, periodista y psicólogo Sergio Sinay.

A Sinay le enojan mucho las arbitrariedades de los poderosos, los que crean falsos deseos hacia el consumo desenfrenado, el materialismo desalmado y el egoísmo. Pero no es escéptico, también admira la valentía de muchos, sobre todo a los que mantienen vivos sus valores. Sobre sus pasiones (las actuales y las frustradas), cuáles son sus verdaderos valores y cómo los proyecta en su profesión, dialogó con M&S.

¿Cuál es el verdadero valor de los valores?

Los verdaderos valores no son los de la bolsa, eso es seguro, y los verdaderos valores están hechos bolsa, en la vida real y en nuestros vínculos. Yo creo que los verdaderos valores son los de la convivencia, son aquellos que nos permiten relacionarnos y convivir, y la convivencia es esencial entre los seres humanos. Los verdaderos valores son los valores morales, que no son necesariamente valores religiosos, los seres humanos tenemos que vivir con valores morales. Son aquellos que nos permiten, siendo todos diferentes, en un mundo donde tenemos necesidades similares y no siempre recursos suficientes para las necesidades de todos, aprender a convivir. Cuando un ser humano nace, lo primero que recibe es un nombre, somos la única especie que recibe a un miembro dándole un nombre.

¿Pero qué quiere decir un nombre?

Con un nombre nos están diciendo que vamos a vivir con otros, con un nombre te dicen, «vas a estar vinculado; esta es tu primera señal de identificación, después vas a construir una identidad». Nos necesitamos para existir, si nadie nunca pronuncia mi nombre no sé si existo. Cuando nos olvidamos de esto, empezamos a vivir uno contra el otro y tenemos que vivir con el otro, podemos tener mayor afinidad con otros, pero no podemos vivir sin el otro. Siendo todos diferentes, tenemos que ir generando a lo largo de nuestra existencia ciertos acuerdos con el otro, respetar su existencia. Si se vive sin estos valores, en lugar de vivir con el otro, vivimos contra el otro y el verdadero valor de los valores es la práctica real de conductas donde estos valores se tengan en cuenta, y además, yo creo que estos valores son universales.

¿Hay una crisis de valores ahora o siempre la hubo?

Sí, creo que hay una crisis. Uno siempre es habitante de la época en la que le toca vivir, la experiencia que vos vivís siempre es la más intensa y las demás siempre son relatos de otros. Entonces, creo que para cada uno su época siempre fue la más difícil. Los que vivimos en ésta época tenemos que preocuparnos por dejar el mundo un poquito mejor de como lo encontramos. Si quitamos los valores, va a quedar la ley del más fuerte. Ese es el que gana, pero después resulta que esta solo, no puede vivir, son victorias con las que todos pierden. Un filósofo lituano, Emmanuel Lévinas, decía que la moral se sostiene en una frase de cuatro palabras «usted primero, por favor». Si esto es respetado, los valores tienen vigencia, porque todos los valores empiezan por la existencia del otro. Los valores existen porque existe el otro, y después resulta que vivimos hoy de tal manera que parece que el otro molesta, es un obstáculo que hay que sacar del medio. Y cuando se vive así, vivimos todos con cierto malestar.

En su biografía usted dice que odia el materialismo desalmado. ¿Cómo se hace para vivir en un mundo cada vez más materialista?

Creo que si uno no está de acuerdo con esos valores no tiene que seguirlos. Cuando uno va contra la corriente, en realidad es sólo un emergente, es un representante de muchos otros que no hablan y con los cuales todavía no se encontró, que no serán mayorías pero existen. Uno puede vivir no preguntándose estas cosas y no habiendo reflexionado nunca sobre ellas; es decir, estar ciego. Se puede vivir y se puede morir así. Pero una vez que te diste cuenta de que el mundo sigue, cuando te diste cuenta con qué valores querés vivir y estás en desacuerdo con la propuesta oficial general de vida, ya sabes que esa es la vida que no querés. No hay retorno de ahí, es persistir en tus valores.

sergio-sinay-foto2¿Cuál es su opinión sobres las actuales crisis mundiales? ¿Son crisis económicas?

Son económicas en su forma y son existenciales en su fondo. Estas crisis llegaron porque la gente creía que en la acumulación material estaba la solución para la angustia existencial, para la infelicidad de fondo, y yo creo que hay infelicidad cuando no se aboca a la respuesta de una pregunta muy sencilla que la vida te hace insistentemente de mil maneras todo el tiempo que es: ¿para qué estás aquí? Ya que vos sos único, que sos irrepetible y que no podes ser cambiado por otro, por lo tanto la vida de cada uno tiene sentido, ¿cuál es el de la tuya? Ese sentido uno no se lo da, lo descubre, el sentido de cada vida ya está y te dan una vida de plazo para descubrirla. Yo creo que la infelicidad de las personas es un buen negocio para muchos, para algunos oportunistas perversos. Todos nosotros vivimos en un mundo heredado y todos nosotros en algún momento se lo vamos a tener que dejar a otros. Hay un furor de vivir en el momento, sobre todo en generaciones muy jóvenes que llegan a creer que el mundo empezó con ellos. Entonces, si el mundo empezó conmigo, va a terminar conmigo y, por lo tanto, yo no tengo nada que agradecerle a nadie y no tengo que dejarle nada a nadie. El momento que nos toca vivir es parte de una cadena en el tiempo interminable de la cual nosotros somos un eslabón, pero tenemos que ser un eslabón responsable, haciendo lo posible para que no se corte en mí.

Internet alteró nuestra forma de relacionarnos. ¿Qué opina sobre las redes sociales? ¿Cree que ayudan en un contexto de crisis de valores?

Todo la tecnología de información y conexión, para mí son herramientas. Las herramientas no son ni buenas ni malas, depende para qué las uses. Lo peor que puede pasar con una herramienta es que se inviertan los términos y que las personas pasen a ser herramientas de las herramientas y lo que yo veo como peligroso es eso. Hay mucha gente que vive al servicio de la tecnología, en una carrera desenfrenada por la actualización permanente. Hay un uso de las redes sociales mediante el cual la gente pretende zafar del trabajo de construir un vínculo real con una persona real. En facebook podes tener 10.000 contactos, pero en la vida no podes tener 10.000 amigos, porque necesitas tiempo, necesitas trasladarte, necesitas priorizar algunas cosas. Una amistad se construye artesanalmente. Hay mucha conexión real y mucha soledad virtual, mucha soledad colectiva, cuando se cree que el mundo esté en las redes, el mundo no está en las redes, el mundo estuvo y estará siempre afuera, hay que ir y confrontarlo y animarse. Y a veces lastimarse en el contacto, es por eso que a veces la gente se refugia porque cree que en las redes no hay riesgo.

De su profesión de periodista ¿qué es lo que más le apasiona?

Desde chico, en La Banda, Santiago del Estero, jugaba a dos cosas: a hacer revistas y al fútbol y soñaba con jugar alguna vez en River, pero nunca se dio. Estas eran las dos cosas yo quería, era loco por el fútbol y loco por las palabras, siempre quise escribir. Dicen que el periodismo es la profesión en la que te pagan para que estudies de por vida los temas que te vayan interesando, y bueno, siempre me apasionó lo que tiene que ver con las actitudes humanas, los vínculos y lo que es producto de eso, el arte, la cultura. Siempre, la herramienta que me entusiasmó fue la palabra. Y fue una de las razones por las que dejé la profesión de periodista formalmente, porque no estaba escribiendo, estaba en tareas más directivas, tenía como un síndrome de abstinencia, necesitaba escribir, usar la herramienta de la palabra. De hecho, escribí muchísimo desde que abandoné una redacción, pude escribir libros, columnas sobre lo que a mí me interesaba. Lo que a mí me apasiona es el uso de la palabra como herramienta de exploración del mundo; por eso a veces sufro mucho cuando veo que en el periodismo hay un maltrato de la palabra, hay una despreocupación creciente. Hay que honrarla, cuidarla, porque es una herramienta maravillosa. Los periodistas podemos indagar el mundo todo el tiempo con la palabra y reflejarlo; por eso es importante decirlo bien. El lenguaje tal como lo conocemos nos parece tan natural y no es natural, es una creación del ser humano y llevó 5.000 años de historia crearlo tal cual como está hoy.

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